Realmente, ¿la Artemisia cura el Covid-19?

Hace dos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a Madagascar las pruebas científicas que sustentan la veracidad de que una hierba ha curado el Covid-19 en su población. Recientemente el gobierno malgache instruyó a sus ciudadanos a consumir una bebida denominada “Covid-Organics” (CVO), elaborada a base de la Artemisinina, compuesto principal de la hierba Artemisia.

La bebida se distribuyó como pólvora por las naciones africanas y el presidente malgache respondió a la OMS que la prueba estaba en los pacientes curados y en el lentísimo avance de la pandemia en ese territorio.

En efecto. Hasta las 8:37 a. m., hora local dominicana, de ayer sábado 16 de mayo 2020, Worldmeter reportaba 238 casos de Covid-19 para esa nación, con el extraordinario resultado de que a 55 días de surgir los tres primeros casos (20 de marzo, 2020) allí nadie ha muerto por Covid-19 y la tasa de recuperados ronda casi la mitad (47%).

Madagascar, una república

Madagascar es una República insular. En el imaginario popular, los padres de la generación X, abuelos de los Z y milennials, y todos a la vez, la evocarán por la canción y baile graciosos y burlones “I Like to Move It” (“Quiro mover el bote”), escrita —según wikipedia— por el DJ Erick Morillo y el rapero de Mark Quashiee, interpretada por el dúo estadounidense Reel 2 Real y publicada en su álbum “Move It” (1994). La escucharon en la película animada 3D “Madagascar” (2005), producida por DreamWorks Animation, de Universal Pictures/NBCUniversal cuya recaudación de US$556,6 millones, según “The Number”, propiedad de la consultora Nash Information Services, LLC, ilustra su amplia difusión.

Ubicada en el Océano Pacífico, en la costa sureste de África, el territorio de la isla y república de Madagascar es 11.19 veces más extenso que el dominicano y su población +1.55 veces mayor. Pero su economía es pobre: su PIB per cápita y total están por debajo de los nuestros 9.31 veces y 5.6, respectivamente.

Es una nación cuasi aislada. En el año 2018 apenas recibió 291 mil turistas: 21.5 veces menos que el nuestro, en igual periodo.

Pese a la baja densidad poblacional nacional, su capital, Antananarivo, que terminó desarrollándose en torno al lago artificial Anosy como París de Versalles, está +0.816 veces más poblada que el Distrito Nacional dominicano.

Tras la pista de los primeros 300 casos

Así, hasta el 20 de marzo, Madagascar no había reportado presencia en su territorio del temido coronavirus de Wuhan. A partir de entonces, sí, iniciando con 3 casos que hasta ayer sábado 16 de mayo, casi dos meses más tarde, apenas contaban 212 y 112 recuperados, además de lo importante: ¡cero muertes por Covid-19!

Construimos un período definido por los días transcurridos desde el inicio de la incidencia. En este, nuestro país reportó el primer caso el 1ro de marzo y entre el vigésimo tercero y vigésimo cuarto días posteriores, los contagiados registraron 245 y 312 infectados, respectivamente. En esos periodos comparados, nuestro promedio de casos diarios de Covid es +2.44 veces que el malgache y +0.83 veces que el estadounidense. En Estados Unidos, el primer caso fue reportado el 21 de enero, 2020 y cuarenta y cinco días después (5 y 6 de marzo) el total creció a 319, para un promedio diario de casos de 7.1.

Propagación vírica y determinantes ambientales

Está claro que las causas de en estas diferencias son multifactoriales. En ellas pueden incidir la calidad urbana, políticas de salud, economías, educación, turismo, comercio, industrias y servicios.

Uno de los factores que más puede impulsar la propagación vírica, la densidad poblacional, ofrece a Antananarivo las condiciones idílicas para una expansión masiva: está 0.82 veces más poblada que el Distrito Nacional dominicano y +1.47 que Nueva York pese a que en términos de densidad poblacional nacional, nuestro país lo supera +3.74 veces.

En el periodo preformado, tanto Nueva York como Madagascar estuvieron en el rango óptimo para la propagación viral, según consignan los estudios al respecto: 13°C y 16° C, respectivamente. Esto es -17°C y -14°C que la media nacional dominicana, donde, en teoría, el clima puede reducir la reproducción vírica ya que Jingyuan Wang y colaboradores establecieron que «Un aumento de un grado Celsius en la temperatura y un aumento del uno por ciento en la humedad relativa reduce R —reproducción vírica, I. N.— en 0.0225 y 0.0158, respectivamente». También otro estudio de Sobral MFF encontró que: «Un aumento en la temperatura diaria promedio de un grado Fahrenheit redujo el número de casos en aproximadamente 6.4 casos/día”. Que “Hubo una correlación negativa entre la temperatura promedio por país y el número de casos de infecciones por SARS-CoV-2” y que “Esta asociación se mantuvo fuerte incluso con la incorporación de variables y controles adicionales (temperatura máxima, temperatura media, temperatura mínima y precipitación) y efectos fijos en el país”. Finalmente, Miguel B. Araújo y Col., establecieron una temperatura óptima de reproducción del SARS-CoV-2 en 9,14ºC (media) y -11,43ºC a 27,15ºC (rango del 95%), junto a otros parámetros de humedad, radiación y evaporación.

Significa que, dadas las condiciones referidas más temperatura media superior a 28 °C en 2°C (promedio nacional de 30°C), en República Dominicana, por esta vía medioambiental, la incidencia vírica podría estar siendo contenida en 12.8 casos diariamente, contrariamente a New York y Madagascar.

Como vemos, en Madagascar como en Nueva York, existían, en el período consignado, mejores condiciones medioambientales para las la propagación vírica del SARS-CoV-2.

Pese a esas determinantes propiciadoras, Madagascar alega que la con el uso de una bebida derivada de la planta Artemisia ha logrado contener y curar la propagación de la epidemia.

La noticia: una hierba cura el Coronavirus de Wuhan

La noticia llegó por una vía y de forma imprevistas con un efecto inmediato: la duda. ¿Cero muertes por covid-19? Como si un milagro desbrozara los pasos ante el razonamiento y las evidencias y las consideraciones nacidas de la observación empírica todo empezó a ensamblarse automáticamente como respuesta.

Había que satisfacer el rigor y la curiosidad. Los incitó un artículo publicado por “El País” de España sobre el hecho inaudito de que con una baja incidencia de Covid-19 en casi dos meses, un país en el mundo tampoco reportaba muertos. Signatario de la OMS. La organización tiene representantes allí.

De inmediato iniciamos la búsqueda. ¿Cómo es eso? ¿Realmente la Artemisia, extraída de la Artemisia, podía curar el Covid-19? Y entonces, el primer hallazgo: siglos de acreditación como antipalúdico precedían a la hierbita.

Aún así, el abogado del diablo: sabemos que el Covid-19 aún no tiene cura.

La relación entre duda y esperanza fue establecida y aclarada por el estudio “Medicamento antipalúdico, artemisinina y sus derivados para el tratamiento de enfermedades respiratorias”, publicado en línea por la revista científica “Información Farmacológica” el pasado 13 de mayo e incluida como prueba para la próxima versión impresa por lo que está disponible en formato *.PDF en la web.

Y en él nos adentramos.

La Artemisia y su antigua y moderna acreditada efectividad antipalúdica

En su edición de Enero-febrero, 2016, páginas 1-2, la revista Mexicana de Urología, celebraba, editorializándolo, la concesión compartida del Premio Nobel de Medicina 2015 a dos grandes médicos por su lucha contra los parásitos, uno de los cuales era la investigadora de la academia china de Ciencias Médicas Youyou Tu. ¿Su mérito? Haber instaurado y dirigido, desde 1967, un proyecto para investigar las propiedades antipalúdicas de la herbolaria nacional el que identificó y estudió más de 2.000 preparaciones naturales. Entre estas encontró que un extracto de «Artemisia annua L» inhibía alentadoramente el crecimiento parasitario. En este instituto obtuvo «un extracto neutro, no tóxico, 100% efectivo contra la parasitemia en ratones y changos» cuya prueba en humanos corroboró su inocuidad y eficacia en el tratamiento de pacientes infectados con malaria, lo cual hizo que en 1980 la OMS reconociera el compuesto como antipalúdico.

¿Y realmente la Artemisia cura el Covid-19?

Las enfermedades que comprometen el sistema inmune no matan directamente a las personas, pero, entre otros efectos, sí amplían la letalidad de las enfermedades latentes en los organismos colonizados, reduciendo su capacidad de respuesta, lo que los hace más débiles ante amenazas o infecciones, o generando tormentas excesivas de defensas que terminan siendo igualmente letales.

De modo que la primera respuesta es que la Artemisinia no cura el Covid-19.

Entonces, de tenerla, ¿en qué consiste su efectividad?

Se documenta que puede curar abundantes síntomas de muchas enfermedades, incluyendo el cáncer y, este caso, los efectos más letales del SARS-Cov-2 en el organismo colonizado. Adicionalmente, se informa que puede interactuar con las dosis de cloroquina e hidroxicoloroquina, por su casi inexistente nivel de toxicidad y poder regulatorio del PH.

Así lo establece el precitado estudio «Medicamento antipalúdico, artemisinina y sus derivados para el tratamiento de enfermedades respiratorias», cuyo postulado es determinar «si las artemisininas también pueden reutilizarse para el tratamiento de COVID-19 debido a sus propiedades antivirales y antiinflamatorias».

Este estudio encuentra, en su acápite sexto, «Artemisininas para el tratamiento de COVID-19» que: «La reciente pandemia de la enfermedad de Coronavirus 2019 (COVID-19) ha afectado y ha cobrado muchas vidas. Dado que las vacunas contra el nuevo virus SARS-CoV-2, que causa COVID-19, pueden tardar mucho tiempo en desarrollarse, muchos están reutilizando medicamentos para su tratamiento. La cloroquina (CQ) y la hidroxicloroquina (HCQ) son medicamentos antipalúdicos que se están probando para COVID-19, y también se han utilizado contra enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico (LES). Mientras que HCQ ha mostrado un perfil de toxicidad más seguro que CQ, todavía hay efectos secundarios que son preocupantes. Un ejemplo es la toxicidad cardíaca, que sería especialmente peligrosa para pacientes con afecciones de salud preexistentes, como la de enfermedades cardiovasculares, ya que tendrían un pronóstico más pobre para COVID-19. Si bien el modo de acción antipalúdico de las artemisininas es diferente de CQ o HCQ, sus efectos inmunomoduladores contra los trastornos inflamatorios y las replicaciones virales (de efectos graves en contagio de SARS-CoV-2, IN) se superponen. Tradicionalmente, las artemisininas se han utilizado para tratar la fiebre y podrían ser útiles dado que el 83,3% de los pacientes con COVID-19 experimentan fiebre”

Más claro de ahí, no canta el gallo. Aún así, hay más.

Dada su capacidad para reducir el factor de necrosis tumoral-α y la interleuquina, citoquinas que participan en la respuesta inmune y son mediadores claves del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) que conduce al empeoramiento de las condiciones de los pacientes con COVID-19 “las artemisininas pueden ser una terapia prometedora”. Otros objetivos moleculares de la artemisinina y sus derivados, también pueden estar involucrados en la patogénesis de COVID-19 y, por lo tanto, pueden tener otros beneficios aún no conocidos. “Además, se sabe que las artemisininas muestran un perfil de toxicidad seguro, por lo que se pueden recetar dosis más altas con menos preocupación por los posibles efectos secundarios. Teniendo en cuenta que CQ y HCQ son afectivos contra los virus debido a las actividades que alteran el pH que afectan la replicación viral, las artemisininas podrían usarse alternativamente como terapia complementaria para reducir la dosis requerida de CQ o HCQ, y reducir los efectos secundarios, al mismo tiempo que suprimen la tormenta de citocina. Desafortunadamente, ningún estudio hasta la fecha ha investigado los efectos o interacciones de las artemisininas en el receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), que se sabe es el receptor celular de unión crítica del SARS-CoV-2”.

La evaluación final del autor es que lo anterior “puede influir en gran medida en la posibilidad de probar la efectividad de las artemisininas para COVID-19″.

Y lo ha hecho Madagascar, donde los mostrados resultados apuntan a muy baja transmisión vírica, alta tasa de recuperación (47%) y cero letalidad.

De modo que la relación entre el consumo de la Artemisia y la situación del Covid-19 en Madagascar u otros territorios debe ser establecida y documentada.

El reto de los especialistas de la salud es, pues, arrojar luces metódicas sobre la esperanza presentada en Madagascar en torno a la Artemisia y las artemisininas. Igualmente con los postulados del precedente estudio, el cual pude ser consultado en Science Direct.

fuente:listindiario.com

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