Disputó el Mundial de balonmano como varón y ahora lo haría como hembra

En 2013 Callum Mouncey integró la selección australiana que disputó el Mundial masculino de balonmano en España y el próximo año podría jugar el femenino, en Japón.

Hannah, como ahora se llama, tomó la decisión de cambiarse de sexo en 2016 y desde entonces tuvo que luchar para que le permitieran competir con mujeres y representar de nuevo a su país a nivel internacional.

Se le ha complicado, también, tras su operación practicar el otro deporte que le apasiona, el fútbol australiano, ya que le prohibieron competir en la Liga de Fútbol Victoriana Femenina (VFLW), aunque acabó consiguiendo un permiso especial.

Tras disputar 22 partidos internacionales con Australia como hombre, Callum aprovechó la disputa del torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Río celebrado en Qatar en noviembre de 2015 para comenzar con su transformación con un tratamiento hormonal.

No obstante estar por debajo de los valores de testosterona fijados por el Comité Olímpico Internacional (10 nanomoles por litro), este organismo exige en sus estamentos 12 meses de terapia hormonal para que una mujer transgénero pueda disputar competiciones femeninas.

Fue la razón por la que la solicitud de Hannah para ser admitida en el combinado nacional de su país en octubre de 2016 fue denegada por la Federación Australiana de Balonmano ante el temor de ésta al no cumplir el tiempo exigido por el COI por una diferencia de tres semanas.

Fue en abril de este año cuando comenzó a entrenar con la selección femenina. Su sueño se cumpliría finalmente cuando la Federación Internacional le permitió disputar el Campeonato Asiático (30 de noviembre-9 de diciembre) en la ciudad japonesa de Kumamoto, donde las australianas finalizaron en la quinta posición y así obtuvieron una histórica clasificación para el Mundial de Japón en 2019 con Hannah como una de las más destacadas de su equipo con 23 goles anotados en este torneo.

“La tremenda corpulencia de la actual pivote de 28 años del Melbourne Handball Club, gracias a sus 1,88 metros y 100 kilos, no pasaron desapercibidos para nadie, sobre todo para sus rivales, que tuvieron que lidiar con una rival muy difícil de defender gracias a su voluminoso y musculado físico. Un cuerpo que se esforzó en cultivar desde muy joven para tratar de destacar en el balonmano, algo que se convirtió casi en una obsesión motivada por un desorden interno”, escribió el periódico deportivo español Marca.

“Rara vez es una decisión consciente volverse híper masculino para cubrir las inseguridades que burbujean dentro de ti. Era una cosa subconsciente, una manera de protegerme, no sólo de los demás, sino de mis propios sentimientos de no ser lo suficientemente bueno, de no ser lo que me habían dicho que estaba destinado a ser. Esto se aplicó a todas las áreas de mi vida. Me pasé de la raya con mi agresividad en la pista. Me esforcé todo lo que pude para ser uno de los mejores (lo que fue un fracaso total) y siempre tenía que ser el que más levantara en el gimnasio”, reconoce Hannah en la web Playersvoice.

fuente:diariolibre.com.do

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