Derrota del PRI de México: ¿Parecido o coincidencia con la caída del PLD?

Desde el mismo momento que se publicaron los resultados de las elecciones presidenciales y congresuales del domingo 5 de julio del presente año, en la que el Partido Revolucionario Moderno, PRM, ganó la presidencia y la mayoría de la cámara alta, asumí la misión de examinar si los factores que incidieron en la derrota del Partido Revolucionario Institucional, PRI, de México, en las elecciones del 2000, en la cual Vicente Fox, como candidato de la oposición destronó 70 años de hegemonía, control electoral y victorias ininterrumpidas de dicho partido, podrían ser los mismos o parecidos, los factores que pudieron incidir en la derrota del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, dando también, al traste con el fin de 20 años de hegemonía electoral de dicho partido en República Dominicana.       

En este sentido, tras este cuestionamiento, me atreví a realizar una investigación que pudiera despejar la interrogante, por cuya razón inicié la búsqueda de algunas tesis que me ofrecieran la respuesta académica, y que realmente, me permitiera explicarme el hecho o dicho fenómeno político. En este sentido, al estudiar varias vertientes, asumí como fuente, los planteamientos analíticos que nos ofrece elprofesor Francisco Reveles Vázquez, 2001, sobre los factores que desencadenaron dicho derrumbe, repito, del Partido Revolucionario Institucional, PRI, lo cual parecía una quimera derrotar un partido en el poder con tanto nexos con la sociedad mexicana a través de su política de asistencialismo social y otras acciones, lo cual, hacía ver imposible derrotar un partido hegemónico y con una larga tradición de poder en dicho país. En el profesor Reveles, encontré datos analíticos que muy bien encajan en la respuesta que buscaba, por lo que me permito compartir sus planteamientos, en los que magistralmente recoge los principales causales del hecho, en su trabajo titulado ¨la derrota del partido gobernante en México¨, los cuales, desarrolla en los siguientes tres lineamientos concretos:

1) La dinámica de las fracciones internas a raíz del debilitamiento de la influencia presidencial en la toma de decisiones del partido; dinámica que se destacó por su constante confrontación. 2) la conformación de una coalición dominante poco cohesionada e inestable, que tuvo las escisiones como expresión fundamental.-derivada de la primera-, y 3) la falta de definición de una oferta electoral diferente al proyecto del gobierno en funciones, con lo cual el partido se erigió en garante del orden establecido y poco dispuesto y orientado al cambio.

Entrando en materia, sobre los factores referidos, el primero fue que luego de la primaria, por motivo del contra efecto de las fracciones y coaliciones dominantes, tras el proceso de selección del candidato presidencial en el PRI, Francisco Labastida, quien desde el primer momento de su ¨selección¨, marcó la división de su coalición dominante en todo momento. En este sentido, la fuente, citando a Paneblanco, 1990.92, establece que las fracciones internas fueron impactadas por lo que se ha llamado la desinstitucionalización del partido, en el sentido del método impuesto por Ernesto Zedillo,-el presidente del sexenio 1994-2000-, para seleccionar su sucesor, mismo, que no se hizo por medio de las bases del partido, como establecían sus estatutos, sino, mediante consulta directa a la ciudadanía, en la cual compitió el secretario de Gobernación, Francisco Labastida,-quien fue el Delfín del presidente Zedillo- contra tres de los más connotados líderes políticos de dicho partido, pero, sin embargo, las fracciones que esperaban la realización de la XVIII Asamblea Nacional para corregir las restricciones para ser candidato presidencial, lo cual, el presidente Zedillo, no acogió, lo cual trajo consigo un sentimiento, arrastrando como resultado que dejó fuera de la competencia interna varios influyentes miembros del gabinete económico y otros líderes, dando al traste con uno de los mayores desencantos y desmotivación de una gran legión de dirigentes de todos los órdenes, eliminando con ello, la generación del cambio a lo interno del PRI, con el cual, el partido podía reciclarse de la ya acrecentada desafección por la forma de gobernar de Ernesto Zedillo. Y peor aún, por este haber asumido a Labastida en contra de los demás aspirantes, incluso, tan público y abierto que el órgano electoral de México le hizo varias admoniciones, por no cumplir la prohibición de la publicidad política del presidente en favor de su Delfín y en detrimento de los otros precandidatos de la organización.

El segundo factor, fue el relegamiento de los cuadros intermedios y líderes de pueblos y comunidades que históricamente les habían permitido al PRI, la hegemonía y el control político y electoral por unos 70 años, todo lo cual, produjo un cercenamiento bruscamente de la llamada fracción hegemónica y cohesionada de dirigentes influyentes de los pueblos que tenían conexión y las sinergias para haber impulsados todas las victorias anteriores del PRI. Todo ello, al sentirse inútiles, aunque no se fueron del partido, o se quedaron rezagados o perdieron el sentido del triunfo por la forma como Ernesto Zedillo se había parcializado por Francisco Labastida Ochoa.

Ya en plena campaña este candidato en vez de formar un equipo estructurado por los dirigentes carismáticos, escogió un grupo de afectos desde el tiempo que estaba al frente de la gobernación, lo cual, ni encajó con la base del partido, pero, tampoco rindió los resultados, y aparte de otras fisuras que menguaron la fuerza de la organización en la contienda del 2000, se agrega que Vicente Fox, candidato de la Alianza por el cambio, ripostaba que el candidato del PRI, era la misma repetición de Ernesto Zedillo en el poder, y que el cambio lo encarnaba la Alianza por el cambio. Y aunque Labastida y el propio presidente Zedillo, desde la precampaña, asumieron el slogan de un nuevo PRI, eso no prendió en el cuerpo electoral en virtud de la creencia paradigmática, que no prometió nada nuevo que no fuera reforzar los planes de política social de Zedillo. Pero tampoco caló que Labastida fuera especie de sangre nueva en el PRI. Ante toda la indiferencia de las masas electorales, diseñaron la estrategia de arreciar la campaña orientada a los programas sociales, reforzar el voto en los empleados públicos, etc., mientras que Fox machacaba que él era el cambio hasta el punto de convertirse en la figura refrescante y casi de válvula de escape a la presión social existente.      

El Resultado electoral del 2 de julio del 2000,Por vez primera en su historia, el PRI perdió la elección presidencial.Por si fuera poco, no ganó la mayoría calificada en la Cámara deSenadores ni la mayoría relativa en la de diputados. Adicionalmentevolvió a perder la jefatura de gobierno del D.F. y las gubernaturas deGuanajuato (en manos del PAN desde 1991) y Morelos. Lo más importantefue que, lejos de aquellas épocas de “carro completo”, es decir,de triunfo total, el PRI pasó el trago amargo de perder la Presidencia de laRepública, precisamente, el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, en aquel tiempo, solo alcanzó el 36.10%, (obra citada)

Finalmente, me permito dejar como hipótesis, ¿podría asumirse la idea que la historia del PRI de México sea parecido o coincidencia con los factores que desencadenaron la caída del PLD en las elecciones recién celebradas en la Republica Dominicana.? ¡Sea usted el jurado!

fuente:acento.com.do

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